¿Cómo está usted, señora Garro?
Por: María Luisa Mendoza

Mujer profundamente interesante, hermosa, dueña de un estilo literario más allá de cualquier estorbo en la mala escritura, todo eso vil que embija la escritura actual

Estamos en pleno homenaje a Elena Garro, de quien, todos sabemos, es la escritora por antonomasia en nuestro tiempo mexicano. Mujer profundamente interesante, hermosa, dueña de un estilo literario más allá de cualquier estorbo en la mala escritura, todo eso vil que embija la escritura actual. Elena Garro viene a ser como el personaje prototípico de una vida en las letras, es decir: se casa muy joven con Octavio Paz, entonces impecable en su posición política, muy joven también, muy bello de físico, mexicanos los dos, arriesgados, llenos de ojos para su país y para el mundo entero. Cada uno de sus pasos de aquel estar en la tierra tan tempranos ambos, tienen un significado total mirando al futuro; él, ser todavía más poeta, ella, escritora de sus diarios y plena de inquietudes por quienes le rodean, se lanza a experimentar por todos los poros su viaje a España, país por otro lado tan carnal y cercano, descendiente de españoles como la mayoría somos los mexicanos.

El caso es que hemos emprendido su homenaje bajo el mando entusiasta, heroico, de Patricia Rosas Lopátegui, infatigable enamorada de la obra de Elena Garro, investigadora empeñosa por quien conocemos ahora mucho de lo escrito por Garro y sobre Garro, principalmente su Diario, apasionante por la comparación posible con sus novelas y cuentos, es decir que lo escrito en la intimidad más íntima de Elena Garro lo vacía desmenuzándolo en el mortero de la escritura. Por ello tan hermoso y apasionante, tan hipnótico lo por ella escrito. Se me antoja publicar ahora algunos de los meollos de sus escritos, en sí arrancados de cartas y confesiones privadas: "En mi calidad de No Persona soy la madre de la ‘incalificable y admirable Helenita Paz’: Mis padres fueron José Antonio Garro y Esperanza Navarro, dos personas que vivieron siempre fuera de la realidad, dos fracasados que llevaron a sus hijos al fracaso. Niña ladrona y pirómana. Cuellos de piqué, zapatos bajos y trenzas cruzadas sobre la cabeza, era la imagen del orden y la sabiduría. Me retrataba en Yasbek. Yo tenía una flotilla de veleros blancos con velas blancas, una hermana Deva que descendía de los pájaros, y un hermano al que tirábamos a la fuente para ver cómo se ahogaba. Tony, el perro, se echaba al agua para salvarlo y nos ladraba furioso… A Estrellita la escondíamos en uno de los tinacos y decíamos ‘Estrellita se perdió’… había una hora para que Estrellita apareciera, pero un día pasó mucho tiempo y subimos al tejado, levantamos la tapa del tinaco y la hallamos casi asada en el fondo del cilindro de metal…

"En mi casa, colgado de un muro, estaba el retrato de Alfonso XIII de España, pintado al óleo, muy elegante, con un uniforme precioso y una capa sobre un hombro. Cuando decidí no comer las lentejas, me amenazaban con ¡mira que saca la mano el rey y te da una bofetada¡, como yo era monárquica decidida me comía las lentejas en un instante… No nos permitían tomar café, la única razón que encontré siempre para asarme era poder beber café... El tío Boni con el que jugaba mientras él me leía a Manrique, a San Juan de la Cruz y a fray Luis de León… A los diecisiete años fui coreógrafa del teatro de la Universidad con Julio Bracho…"

Hay distintas versiones de dónde escribió su magna novela Los recuerdos del porvenir. En París es uno de los lugares más señalados y dicen que Elena confesaba que la obra era "en honor a Iguala". Así, confiesa también que "el amor loco de mi vida" fue Adolfo Bioy Casares "por el cual casi muero, aunque ahora reconozco que todo fue un mal sueño que duró muchos años…"

El caso es que estamos de homenaje en la Asociación de Periodistas en Filomeno Mata 8 y en el Palacio de Bellas Artes, apoyadas con el contrafuerte magnífico de Silvia Molina. Patricia Rosas Lopátegui es una estudiosa entusiasta de la obra de la Garro. Es mexicana, es maestra en University of New Mexico; en realidad parecería que ha consagrado su vida a dar a conocer todas las letras, una a una, de la Garro, topara donde ajustara. Así, este homenaje, desde el jueves hasta mañana a las 12 en Bellas Artes, con una conferencia impartida por Helena Paz Garro, Víctor Hugo Rascón Banda, Estela Leñero, René Avilés Fabila, la propia Patricia y quien esto pergeña, es una manera más de aplaudir hoy y siempre a una literata de oro puro.

marialuisachinamendoza@yahoo.es

http://www.nuevoexcelsior.com.mx/27_2710.htm